¿Estás frustrado con tu jefe pero no puedes decirlo en voz alta? Tailandia podría tener la respuesta. Los artistas han creado estatuas de arcilla personalizadas que se asemejan a exjefes, ex socios o rivales, ofreciendo a los clientes una manera satisfactoria de desahogarse. La práctica se ha convertido en una situación beneficiosa para todos, beneficiando tanto a los clientes como a los creadores.
Al modelar el busto, con un gran parecido con la persona buscada, la estrategia del artista es desestresar a los clientes y al mismo tiempo acuñar una buena cantidad.
Está circulando un vídeo viral que muestra a un grupo de personas gritando y gritando a las réplicas de “individuos que no les agradan”. En las imágenes se puede ver a la gente descargando su ira contra el busto de sus seres queridos dándole puñetazos en la cara. Las estatuas de arcilla están construidas de tal manera que el busto permanece en su lugar incluso después de sufrir fuertes golpes.
La publicación titulada “Una forma única de aliviar el estrés en Tailandia” ha acumulado más de 38 millones de visitas en X (anteriormente Twitter) y numerosas reacciones de los internautas.
Esta forma “terapéutica” pero inofensiva de aliviar el estrés ha generado una fuerte reacción en las redes sociales.
Un usuario declaró histéricamente: “Todo es diversión y juegos hasta que ves tu propia escultura esperando a que alguien la recoja”.
Otro usuario bromeó: “Te das la vuelta y ahí están tus familiares y amigos sosteniendo casualmente nudillos y nunchakus”.
Otro usuario reveló: “Mi antigua profesora de arte nos deja hacer esto en su clase. Esculpí su rostro. Digamos que nuestras relaciones a partir de ese día no fueron buenas”.
Uno hizo una sugerencia innovadora para ganar millones: “Lanzar esto en todos los países antes de que comiencen las elecciones. Abrir tantos quioscos como sea posible de todas las figuras de los partidos políticos. Te convertirás en millonario tan pronto como terminen las elecciones”. Sin embargo, muchos se mostraron escépticos ante la medida y la llamaron “una señal de alerta”.