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Carmen Canet
Director de Entre caixes en iCat y redactor en Catalunya Ràdio

La crítica requiere profundidad, conocimiento y tiempo, algo que los medios de hoy no están dispuestos a pagar. Destinar recursos a la cultura no es una prioridad a menos que sea comercial, genere retorno económico o gane visibilidad en las redes sociales.

De hecho, las redes sociales han matado la crítica especializada, dando voz a influencers, aficionados al teatro o cualquier ciudadano. Sin embargo, todavía hay voces conocedoras en las redes sociales. La crítica adopta ahora muchas formas nuevas. Hay cambios significativos en lo que se dice, y en cómo, cuándo y a través de qué medio se comunica. La crítica a las artes escénicas se ha transformado en opiniones, comentarios, reportajes y muy poca crítica real.

La inmediatez de conocer la opinión de la crítica al día siguiente de un estreno se ha trasladado a tweets, TikToks, vídeos promocionales, etc. En la radio el espacio es limitado y le falta profundidad. Algunas emisoras locales ofrecen programación de artes escénicas, pero a nivel nacional todo es más generalista y los contenidos especializados son limitados y parciales. Con demasiada frecuencia se habla de las mismas “celebridades”, del mismo tipo de teatro, con poca cobertura del circo, la familia, la danza, las actuaciones o piezas experimentales y el trabajo de artistas jóvenes. Hay pocos minutos y pocos profesionales especializados.

La mayoría de críticos y críticos informan y describen lo que hemos visto, y eso es todo. Las críticas documentadas, que forman la historia de las artes escénicas, son escasas o inexistentes. Nuestro trabajo no perdurará, no dejará huella en lo que se hace, en cómo se recibe o en cómo evoluciona el sector. Todo se hace demasiado rápido y sin recursos. En verdad, es necesario que haya un compromiso genuino para hacerlo correctamente.