Dos estudiantes locales de Rifle Middle School, Mia Alvarez y Dylan Quintana, pasaron sus vacaciones de verano de una manera única: sumergiéndose en el rico mundo de la música de mariachi en el Festival de Música de Aspen y el Taller de Mariachi Escolar. El taller abrió la puerta a una vibrante tradición musical, combinando su amor por la música con una conexión más profunda con sus raíces culturales.

Para Mía, la música de mariachi es personal.

“Uno de los sueños de mi abuelo es que yo sea mariachi”, compartió.

Su abuelo, que toca el mariachi desde los 13 años, le transmitió no solo su amor por la música sino también su trompeta, que Mia tocaba con orgullo durante el taller. Aunque asistió en parte para honrar a su abuelo, Mia se encontró disfrutando del desafío.

“La música de mariachi es más difícil”, explicó. “Es más rápido, con notas más altas y en mayor cantidad, especialmente para intérpretes avanzados”.

Dylan, también trompetista, se unió al taller gracias al apoyo de Mia. Aunque inicialmente no estaba familiarizado con el género, encontró la experiencia desafiante y gratificante.

“Siempre quise probar algo nuevo”, dijo. “No tuve mucho que hacer durante el verano, así que pensé, ¿por qué no?”.

El taller de tres días, que culminó con una actuación pública, ofreció más que formación musical técnica. Ambos estudiantes tuvieron la oportunidad de aprender sobre la historia cultural del mariachi y sus profundas raíces en la tradición mexicana.

“El mariachi comenzó en México y evolucionó desde allí”, señaló Dylan.

Para él, conectarse con la música le permitió sentirse más cerca de su herencia. “Soy de México, así que fue realmente importante conectarme con esa parte de mí”.

Mia se hizo eco de este sentimiento y compartió cómo los estudiantes fueron enseñados por músicos de mariachi profesionales que enfatizaron el significado cultural de las canciones que tocaron. Una de esas canciones, “La Paloma”, ocupa un lugar especial en la tradición del mariachi y a menudo se toca en funerales o como despedida.

“Es como decir adiós”, explicó Mia, recordando el peso emocional de la canción.

A pesar de algunos nervios iniciales y cierta incomodidad al conocer a otros músicos, los estudiantes encontraron la experiencia gratificante. El concierto final, donde actuaron frente a cientos de personas en el hermoso anfiteatro de Aspen, fue lo más destacado.

“Tocar frente a tanta gente en un ambiente tan agradable fue divertido”, dijo Dylan.

El campamento de mariachi no sólo fue una experiencia cultural enriquecedora para Mia y Dylan, sino también una oportunidad para que ampliaran sus habilidades musicales.

“Había tantos instrumentos”, dijo Mia. “Realmente no tenemos instrumentos de cuerda aquí en Rifle Middle School, pero allí vimos violines, guitarras e incluso vihuelas”.

Los estudiantes regresaron del Festival y Escuela de Música de Aspen con nuevos conocimientos y entusiasmo, ansiosos por continuar sus viajes musicales. Ambos estudiantes esperan mantener viva la música de mariachi en su propia comunidad e inspirar a otros a explorar esta rica tradición cultural.