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Cada vez que leí Intermezzo de Sally Rooney, quedé atrapado en los sentimientos que suscitaban las palabras de la autora. Estos no eran buenos sentimientos. Eran sentimientos de aguda soledad, dolorosa pero exquisitamente prolongados hasta tal punto que no tuve más opción que cerrar el libro después de unas pocas páginas o romperlo en un millón de pedazos.

Cada vez que dejaba el libro, juraba que no lo volvería a leer. Fue demasiado. Demasiado intenso. Me dolió el corazón. Necesitaba más de mí de lo que tenía capacidad emocional para dar.

Pero cada día me consumía el deseo de saber qué estaba pasando en las vidas de Ivan y Peter, los dos protagonistas del libro. Y así, un mes después, a fuerza de leer unas pocas páginas al día, aquí está mi reseña.

Intermezzo comienza con el funeral del padre de Peter e Ivan, donde los dos hermanos se reencuentran después de años. No han sido cercanos desde la adolescencia de Ivan, cuando su adoración infantil por su hermano mucho mayor se transformó en antagonismo. Ahora Peter es un abogado, mundano y sofisticado, mientras que al campeón de ajedrez Ivan no le ha ido bien últimamente y sufre la incomodidad social asociada con el genio.

Ambos hombres se sienten desesperadamente solos a su manera. Iván sólo se ha sentido amado por su padre y su perro, al que no puede tener en su piso de alquiler. Ha tenido relaciones sexuales pero nunca ha tenido intimidad y no espera tenerla alguna vez. Peter ha tenido lo que Iván quiere, pero esa relación se vino abajo cuando su novia enfermó de una enfermedad en la que el sexo causa dolor. Sylvia dejó ir a Peter y ahora tiene una novia mucho más joven, Naomi.

De repente Iván encuentra el amor y la intimidad. Con una mujer incluso mayor que Peter. Una mujer con sus propios problemas y miedos. Mientras tanto, Peter cae en un patrón en el que cambia entre Naomi y Sylvia. Sin embargo, por muy parecido a una telenovela que parezca, no hay ningún drama descarado. Peter e Ivan simplemente viven su vida cotidiana, sus pensamientos transmiten sus historias.

Sin embargo, estos pensamientos se presentan con tanto detalle forense que ningún lector del libro puede escapar del dolor que los dos hombres sienten en lo más profundo de sus almas; dolor que, no tengo dudas, siente cada persona del planeta; Dolor que la mayoría de la gente haría casi cualquier cosa para evitar.

Y es por eso que, por mucho que parezca ensalzar las virtudes de este libro, un pensamiento late entrecortado en mi cerebro: nunca volveré a leer a Sally Rooney. ¿Porque este libro? Me dolió.

Interludio

Por Sally Rooney

Faber y Faber

págs. 448; 699 rupias