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La galería Art Corner de Zamalek acogió el jueves pasado una exposición titulada “Un llamado al optimismo” del artista y diplomático Yousri Al-Qawidy. El evento, inaugurado por el renombrado artista Mohamed Abla, atrajo a una gran audiencia de entusiastas del arte y compañeros artistas. La exposición presenta 31 obras de arte de origami blanco, que muestran la visión creativa única de Al-Qawidy. En sus comentarios, Al-Qawidy reflexionó sobre su largo viaje en el mundo del arte, que describe como una pasión de toda la vida que comenzó en su infancia durante la década de 1940. “Descubrí que mi memoria visual superó a mi memoria auditiva, y desde ese momento expresarme a través del dibujo se convirtió en parte intrínseca de mi ser”, compartió. Cuando era un joven en la cúspide de la universidad, Al-Qawidy inicialmente aspiraba a estudiar arquitectura, considerándola una profesión estrechamente ligada a su amor por el dibujo y la pintura. Sin embargo, el destino lo llevó por otro camino, encaminándolo hacia los estudios económicos y comerciales. “Acepté mi destino y completé mi educación universitaria mientras continuaba dedicándome a la fotografía, mi pasatiempo favorito porque la vida sin arte no tiene sentido”, afirmó. Reflexionando sobre el panorama artístico de la década de 1950 en Egipto, Al-Qawidy señaló que muchos artistas Se adhirieron a un estilo realista y figurativo: algunos se inclinaban hacia el realismo clásico mientras que otros adoptaban un enfoque impresionista. Influenciado por estos artistas, inicialmente siguió un camino similar. Sin embargo, a través de la exploración y la lectura, descubrió direcciones artísticas innovadoras y se dio cuenta de que el arte abarca dimensiones más allá de la mera representación y el realismo. Yousri Al-Qawidy Durante la década de 1960, Al-Qawidy equilibraba un trabajo en el Ministerio de Economía durante el día con sus estudios en la Facultad de Bellas Artes por la noche, un período que describió como inmensamente satisfactorio. Sin embargo, una vez más, el destino intervino cuando su madre lo instó a tomar el examen del Ministerio de Relaciones Exteriores para ingresar al servicio diplomático. “Cumplí, aunque de mala gana, para no decepcionarla”, explicó. Tuvo éxito y se unió al cuerpo diplomático en 1962, finalmente fue ascendido a embajador y asistente del Ministro de Relaciones Exteriores antes de jubilarse en 2000. Su carrera diplomática le brindó oportunidades para viajar y vivir en el extranjero, exponiéndolo a diversas culturas y movimientos artísticos. “Me encontré enamorado de dos pasiones: el arte y la diplomacia”, remarcó. Después de retirarse del servicio gubernamental, abrazó su identidad artística, permitiendo que el artista que lleva dentro florezca después de años de estar confinado a deberes formales. Durante su estancia en el extranjero, Al-Qawidy observó la evolución de las artes visuales, notando un cambio del realismo hacia la abstracción y el arte conceptual. Fue testigo de cómo los artistas comenzaron a analizar y deconstruir a sus sujetos, dando lugar a nuevas formas de expresión, como el expresionismo abstracto y la abstracción geométrica. “Los movimientos artísticos se diversificaron, pero siguieron arraigados en formas tradicionales: pinturas y esculturas”, explicó. Destacó un momento transformador en el mundo del arte cuando las obras de arte comenzaron a traspasar las paredes de las galerías, expresando ideas y conceptos con mayor libertad. El arte conceptual ganó prominencia, impulsado por innovaciones digitales y electrónicas, lo que llevó a una ampliación de las expresiones artísticas visuales. Después de pasar más de un cuarto de siglo en el extranjero, Al-Qawidy adquirió experiencias invaluables que profundizaron su comprensión de los factores y filosofías que impulsan las artes visuales contemporáneas. Al reflexionar sobre su trayectoria artística, Al-Qawidy afirma que el artista contemporáneo se ha vuelto similar a un escritor o filósofo, expresando pensamientos y sentimientos profundos a través de medios visuales, ya sean tradicionales o no convencionales. “El papel del artista contemporáneo ha evolucionado más allá de la mera herencia de estilos e ideas; ahora son pensadores que abordan no sólo temas y cuestiones, sino que también proponen formas de navegarlos o superarlos”, concluyó.